Era un hombre tranquilo, introvertido, de unos cincuenta. Su poco pelo se debatia entre el blanco y el castaño. No era un cliente habitual y su estancia en mis dominios era fruto de algunas vacaciones hosteleras estivales puesto que tenia aspecto de ser una persona muy arraigada a sus costumbres. Saludaba educadamente y pedia su refresco mientras encendia un cigarrillo negro y buscaba su mesa. Ponia el cenicero en una esquina la bebida en otra y de una bolsa sacaba folios y un boligrafo negro.
Escribia una carta, solo una, todos los dias, y siempre empezaba igual; "Querida Marta:". Quizas no deberia haber mirado disimuladamente las palabras temblorosas de esos folios pero era dificil no hacerlo, al fin y al cabo era muy extraño que en la epoca de los e-mails y las prisas alguien le dedicara tiempo a una tarea tan noble como la escritura. "Hoy he ido al parque pero hacia mucha calor y me he vuelto pronto" lei una vez, "Mañana comprare tornillos y arreglare la estanteria" vislumbre otro dia. Cada carta era una especie de diario que siempre finalizaba igual "Te echo de menos". Ponia la fecha y la guardaba en un sobre sin sello antes de recogerlo todo y pagarme la consumicion e irse por donde habia venido.
Cada tarde esperaba ansioso su llegada para intentar averiguar algo mas sobre él. No era escritor, puesto que sus expresiones asi me lo demostraban, su profesion era mas prosaica; Albañil, pintor, electricista... Tenia las manos encallecidas y algunas veces manchas en los zapatos. Su refresco, su mesa, "Querida Marta:"
Un buen dia cuando llego yo estaba charlando con otro cliente que lo conocia y entre susurros me dijo:
- Pobre hombre, desde que se quedo viudo anda de aqui para alla sin rumbo
- ¿Como se llamaba su mujer? - Le pregunte aun sabiendo la respuesta.
- Marta
Entonces desaparecio el misterio que lo rodeaba y lo comprendi todo. Aun seguia admirandolo, pero puede que ahora esa admiracion estuviera teñida de algo de pena y nostalgia. Le cobre y le dije cualquier anecdota sobre el tiempo, al dia siguiente comente lo caro que se habia puesto el pan, a los tres dias me llamo por mi nombre y un par de semanas despues de empezar a hablarle le lleve el refresco y lei por encima de su hombro: "Querida Marta: He conocido a un camarero muy simpatico que te hubiera caido muy bien..."
2 comentarios:
Tu en estado puro cuando te da la gana
Muchas gracias, pero este es un blog de humor, se supone que te tienes que reir con las entradas y esta es solo porque me aburri. Prefiero el humor y los chistes de caca que ser superprofundo
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